Muhammad y los 400 metros vallas, Hassan y su doble corona y Lasitskene, de nuevo con el oro en altura, dejaron su sello en el último Mundial de atletismo.
De Marina Rivas, especialista en atletismo
En la historia reciente de los Mundiales absolutos de atletismo, quizá no haya habido un certamen tan singular como el de este año, en Doha (Catar). Una edición con opiniones contrapuestas: por un lado, el lujo, modernidad y espectáculo de unas instalaciones que desafiaron a los termómetros, pero que sorprendieron por su escaso público en varios momentos de la cita; por otro, por la ausencia de referentes como Usain Bolt (ya en otros menesteres) o Renaud Lavillenie, entre otros, que aunque sí compitió, no llegó a la final de pértiga. Algo insólito. Todo ello además del esperpento en que se convirtieron las pruebas externas al estadio.
Puntos de vista encontrados en esta última cita, en la que sí, también hubo estampas positivas que pasarán a la historia. En esta ocasión, destacamos las actuaciones de tres mujeres que marcharon con una sonrisa de Doha.
Tres casos diferentes de tres atletas todavía con gran recorrido. La primera de ellas, Dalilah Muhammad. La americana, nacida en la ciudad de los rascacielos, era una desconocida para las masas porque su modalidad, los 400 metros vallas, nunca ha sido una de las más reconocidas por el público. No obstante, los seguidores del atletismo sí que le atribuyeron el cartel de favorita por ser la vigente campeona olímpica y ‘récordwoman’ de esta categoría. Sin embargo, lo que nadie esperaba es que, sólo un mes después de batir la mejor marca mundial de la historia, volviera a establecer un nuevo récord. Y así fue: mejoró los 52.20 que logró en julio y paró el crono del Khalifa International Stadium en 52.16.
Siguiendo con las carreras: un caso que todavía podría traer cola, el de la holandesa de raíces etíopes Sifan Hassan, que rompió todos los esquemas al hacerse con dos títulos mundiales y en modalidades tan distintas como el 1.500 (3:51.95 y récord nacional y del campeonato) y los 10.000 metros lisos (con marca personal de 30:17.62). Una exhibición inédita de fuerza y fondo que volvió loco al público.
Sin embargo, duró poco la alegría, porque en medio del Mundial saltó a la palestra la suspensión por dopaje, durante cuatro años, para el entrenador Alberto Salazar, su técnico y el de otros grandes nombres del atletismo internacional. Noticia que enmarañó la historia de Hassan y de la que muchos se sirvieron para poner en duda dicho mérito, aunque la sentencia no la incluye a ella.
Más allá de este momento convulso, en Doha también hubo lugar para los grandes clásicos. En este caso, en la altura femenina, una prueba que lleva tres grandes citas mundiales dominada por el mismo nombre, la rusa Mariya Lasitskene. A sus 26 años, este talento precoz de 1,80 m de estatura hizo historia al ser la primera mujer en conseguir tres oros mundiales en esta modalidad. Eso sí, le costó un intenso mano a mano con la ucraniana Yaroslava Mahuchikh sobre los 2,04 metros que ambas acabaron reflejando en el acta.
En Onuba Communications estamos convencidos de que en el mundo del deporte todos deben tener la oportunidad de conectar con su público global.
Escríbenos a info@onuba-comms.com para apuntarte a nuestro mailing list y recibir nuestra guía gratuita de comunicación en las redes sociales, ¡escrita pensando específicamente en el atletismo!